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Un encuentro en el Montgo

 

Nuestro viaje a la finca del maestro kombuchero llegó de forma inesperada, en un domingo bastante inusual.

El 13, 14 y 15 estuve trabajando en la cocina de Gaia Home, en Jávea, durante el maravilloso Retiro Detox dirigido por Alex y Juanje. Allí aprendimos a depurar el cuerpo a través de zumos, caldos y suplementos naturales, y también a limpiar la mente mediante técnicas de meditación, relajación y conexión interior.

A las 17:00 del Domingo, ya cerrado el retiro, llegaron Harchand y Luli para llevarme de vuelta a Alicante (me sentí muy afortunado de contar con amigos así).

Nada más entrar por la puerta, junto a Álex, comenzamos a ofrecerles todo lo que habíamos preparado ese día. Llenamos la mesa de zumos y, por supuesto, brindamos con kombucha.

Y fue la kombucha, con su sabor burbujeante con toques de hierbas la que nos cautivó y provocó la gran pregunta:

—¿Y esta maravilla, quién la hizo? —preguntó Harchand, amante confeso de esta bebida fermentada.

Álex nos habló de un hombre que vivía en el Montgó, un sabio de la microbiota y fabricante de esta kombucha que tanto nos había sorprendido. Así que lo llamamos —¡en pleno domingo!— para saber si podíamos visitarlo y comprar las últimas seis botellas que le quedaban. Para nuestra suerte, nos dijo que sí.

Nos despedimos de Álex y partimos rumbo al interior del Montgó.

Llegamos a una casa con altos muros cubiertos de hiedra. Bajo un portón de madera nos esperaba él, como salido de un cuento: barba blanca, descalzo, mirada tranquila. Nos invitó a entrar. Su casa había sido, en otra momento, una escuela Montessori, pero ahora servía a otro propósito.

—¿Llevan prisa? —nos preguntó.

Aunque teníamos pensado ir al cine a las 20:00, eran las 18:30 y estábamos aún lejos de Alicante. Pero estar allí, rodeados de naturaleza, en una casa rústica y mágica, no tenía comparación con ningún espectáculo de luces.

—No —respondimos.

—Entonces les voy a mostrar algo…

Nos condujo por su patio. Bajo los árboles había mesas con botellas, barriles y herramientas de alquimia. Luego nos llevó a un rincón especial.

—Esto lo construyó un abuelo hopi. Como saben, los hopis fueron perseguidos por el gobierno de Estados Unidos. Pero nunca dejaron de transmitir su sabiduría: vivir en armonía con la naturaleza, alimentarse con conciencia, y asumir la responsabilidad de estar vivos.

 

 

Frente a nosotros, un círculo de 108 piedras erguidas, dividido en cuatro sectores y un círculo central. Días atrás se había hecho allí una ceremonia: se encendía una hoguera en el centro, y los participantes danzaban descalzos, cruzando las cuatro puertas que representaban los elementos.

Entramos al círculo con respeto, descalzos. El suelo, curiosamente, estaba más caliente dentro que fuera. Estábamos maravillados. Frente a nosotros, un verdadero sabio de la kombucha, la permacultura y la vida simple.

Le hicimos un millón de preguntas, y él, con paciencia infinita, nos respondió una a una.

Harchand quiso saber por qué su kombucha ya no tenía la misma efervescencia de antes.

—¿Tus scobys están viejos? —preguntó el maestro—. ¿Cómo pausas el proceso?

—Los meto en el refrigerador.

—Ahí está el problema —dijo—. El frío las altera. Piensa en cómo te sentirías tú si te dejaran en un lugar gélido, sin poder moverte ni hacer nada. Es un detalle a tener en cuenta, es un alimento vivo, y a la vida como tal, hay que tratarla como vida más que como unas olivas de la nevera.

También nos habló de los scobys mas ancianos, que poco a poco perdían fuerza y dejaban de rendir lo suficiente. Dijo que a esas había que descartarlas.

— ¿Y cómo se pueden descartar con respeto? —Pregunté.

—Las llevas al compost, y que cumplan su ciclo.

Ni bien dicho eso, nos llevó a su huerta: era un sistema circular de cultivo, donde devolvía a las abuelas scobys a la tierra donde crecían las hierbas que componían el té: alimento de estos hongos que ellos transforman en lo que conocemos como kombucha

—Tenemos Artemisa, Té de huerta, boldo brasileño, hierbaluisa y estevia… La estevia es muy particular, porque ella las une a todas.

Harchand pidió permiso y sacó unas hojitas de estevia, cuando la probé, de inmediato una energía recorrió mi columna y sentí un subidón de energía y una expansión en mi pecho. Nuestro amigo seguía descalzo, y las hormigas pasaban por sus pies como si caminaran por un tronco del bosque.

Finalmente, recibimos las botellas de kombucha, fascinados.

— ¿Como podemos seguir aprendiendo de todo esto? —Preguntamos antes de irnos.

— Bueno… dentro de poco tenía planeado hacer una siembra de maíz, si están interesados y quieren ayudar son bienvenidos.

Nos despedimos, y nos fuimos con el corazón lleno y muchas ganas de seguir aprendiendo más.

Si tú también quieres explorar este mundo y aprender algo de permacultura, muy pronto asistiremos a una siembra de maíz en su finca, el miércoles 2 de Julio!

Si estás interesado, escríbenos y coordinamos los detalles! Seguro que algo lindo vamos a vivir.

¡Será un placer compartirlo!

 

🎵 Emiliano, del Yoga & Música team 🎵