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Historias de Yogui Bhajan para inspirar e iluminar el Alma.

Historias para deleitar al niño que todos llevamos dentro, al tiempo que despiertan la conciencia de cualquier persona.

El cuento de hoy: SUNIA Y LOS INVITADOS.

Había una vez un hombre y una mujer felizmente casados. Él se llamaba Rama y su esposa Sunia. Vivían en una casa pequeña en una aldea en la India. A pesar de que no eran ricos, parecía que tenían siempre lo que necesitaban en la vida.

Un día el hombre estaba sobre el techo de su casa reparando un agujero. Desde donde estaba parado podía ver todo a su alrededor a millas de distancia. Estaba trabajando bajo el calor del sol del mediodía, el cual era bastante fuerte. Se levantó para secar su frente y observó a la distancia a un pequeño grupo de gente viniendo hacia su aldea. Conforme el grupo se acercaba más y más, se dio cuenta, de repente, de que se trataba de sus parientes que vivían lejos. Se emocionó mucho y empezó a llamar a su esposa:

– Sunia, Sunia, sube, sube aquí, Sunia.

Sunia subió al techo, preguntándose de qué se trataba tanto alboroto. Se apresuró diciendo:

– ¿Qué pasa querido esposo? ¿Qué pasa?.

– ¿Ves aquellas personas viniendo por el camino? Son mis parientes. Vienen a visitarnos.

Oh, Dios mío. ¿Quieres decir que van a ser mis huéspedes? ¿Tendré que alimentarlos y encontrar colchones y ropa de cama limpia para ellos? No tengo harina en casa. Ni siquiera puedo hacer algo de masa. Tampoco hay vegetales en casa. ¿Qué les serviremos?

Estaba molesta. Era una joven muy bonita, pero era un poco vaga.

– Bueno, no sé. De todos modos ahí vienen- dijo.

Entonces ella bajó para ver si había algún alimento en casa. Para su gran sorpresa, encontró esperándola, un saco completo de harina y una gran canasta de vegetales colocadas exactamente en medio de su cocina. Además había varias ollas de comida ya preparada, de apariencia deliciosa, lista para comerse. Luego entró a la sala donde encontró una gran pila de cobijas y sábanas nuevas. Fue con su vecino y él le explicó todo. Ella le preguntó:

– ¿Tiene idea de donde vinieron todas esas cosas?

– Su tía, quien vive al otro lado de la aldea- dijo el vecino-vino a verla. Le dije que usted y su esposo estaban trabajando, y ella dijo: “Está bien. Por favor solo dígales que les dejo todo esto.” Hubo una fiesta a la que no asistieron y sobraron todas estas cosas, así que se las trajeron como regalo. Ella iba a dejarla a la entrada, pero yo le abrí la puerta y le puse todo adentro.

Sunia estaba tan feliz que empezó a aplaudir, pensando: “No tendré que cocinar esta noche y a pesar de eso, todos tendrán una cena maravillosa”. Llamó a su esposo: – Baja, baja. Todo está listo para tus parientes. Luego empezó a preparar todo para la llegada de los huéspedes.

Pronto llegaron los huéspedes, los alimentó bien. Pero cuando vio cuántos vegetales necesitó para alimentarlos en una sola comida, sintió codicia. Pensó para sus adentros:”Sabes si todos estos huéspedes se fueran, habría mucha comida sobrante. Y esa comida podría durarnos bastantes días”. Así que ideó un plan. Empezó mencionando todo lo que pudo solo para molestar a esas personas. “Después de todo”, pensó,
“Esos huéspedes son solo parientes de mi esposo”. Y conforme avanzaba la noche, se volvió más y más ofensiva.

A la mañana siguiente los parientes se miraran unos a los otros, y dijeron:

– Hicimos un viaje tan largo solo para ver a esta gente, por lo que deseábamos quedarnos dos o tres días. Pero probablemente será mejor que nos marchemos.

Fueron con Rama a decirle que se iban. Él empezó a protestar, pero Sunia, que estaba parada detrás de él, esbozó una gran sonrisa. Interrumpió a su esposo diciendo rápidamente:

– Muy bien, muy bien, muy bien. Ha sido agradable tenerlos en nuestro hogar como huéspedes. Preparó un gran desayuno, les sirvió a todos y hasta les dio comida para su viaje. Luego los despidió. Trató de actuar como si estuviera preocupada, de que no permanecieran más días, pero por dentro estaba muy feliz. “Jajajaja”, dijo. “¡Logré!”.

Más tarde esa mañana su tía, vino una vez más a su puerta.

– ¿Dónde estuvieron ayer? –preguntó la tía. Traje todas esas cosas pero no estaban.

– Estábamos en la azotea- contestó Sunia. Por cierto, ¡Sabes que vinieron algunos huéspedes y lo que trajiste fue realmente útil!- Por eso vine- dijo la tía. Necesito recoger algo de esas cosas. ¿Tú conoces a nuestros parientes que viven al lado oeste del pueblo?

– ¿Sí?>

– La mitad de todo era para ellos. Lo olvidé y dejé su parte aquí. He venido a recogerla, y más vale que me apresure porque toma mucho tiempo llevarla a su casa- señaló la tía.

– Oh, Dios mío.

Entró y reunió el resto de la harina, la mitad de las sabanas y empacó el resto de los vegetales. Se los dio a su tía, quien tomó todo y se fue.

Sunia únicamente se sentó y miró alrededor.

Todo esos alimentos, todos esos vegetales, todo se había ido. Lo único que había quedado era una pila de sabanas y cobijas sucias y la cocina llena de platos sucios. Pensó levantarse y limpiar un poco, pero no pudo hacer nada. Los eventos le habían provocado una conmoción.

Se reclinó en su silla, cerró los ojos y cayó en un sueño ligero. Vio a un anciano muy, hermoso, con una larga barba blanca. Parecía tener un resplandor brillante y cálido a su alrededor. Mientras él le hablaba, ella sentía la cálida sensación de amor y compasión que de él emanaba. Él dijo: “Sunia, no necesitas ser codiciosa y no necesitas preocuparte tanto acerca de cuanto tienes y cuanto no tienes. ¿Piensas que creé a los seres humanos y me olvidé de alimentarlos?.

Ella lo miró confundida y solo agitó su cabeza.

Luego ella dijo: “Pero, ¿por qué tengo que trabajar todo el tiempo? ¿Por qué tengo que cocinar?”.

El anciano dijo:” Trabajar es disfrutar la realización del Señor Eterno. Y la vida es disfrutar las bendiciones del Creador”.

Yogui Bhajan.
“72 Historias sobre Dios, el bien y los bienes”. Yogui Bhajan.